EL CAPRICHO
Viajamos de lejos, de muy lejos para probar esta carne
de la que tanto y en tan diversos foros se habla. Casi cruzamos toda España junto con nuestros buenos amigos los Torres y los de Moy. Cuando abandonábamos el
restaurante nos encontramos a un personaje singular y nos explicó el porqué del
nombre.
Una cueva que se cavó a pico y pala durante tres años,
tres años seguidos trabajando sin la posibilidad de meter una máquina de
soporte o ayuda. Evidentemente, al finalizar el nombre estaba definido y
decidido: “El Capricho”.
La carne estaba decidida, a eso vinimos, pero primero
llegaron los entrantes sobre los cuales nos dejamos aconsejar, y hay que decir
que acertamos en todos y cada uno de ellos.
Una estupenda cecina, la verdad fue sorprendente, al
igual que su precio, todo hay que decirlo, tan buena como cara. Repasando la
cuenta caigo en la circunstancia de que se trata de cecina de buey Premium.
Unas deliciosas croquetas, melosas, suaves pero de sabor
intenso y con un crujiente rebozado. Muy buenas.
Unas fenomenales y extraordinarias alubias de la Bañeza,
un plato de cuchara de la zona que para un día feo y lluvioso fue un gran
acierto el pedirlo. Al igual que el resto de primeros, muy bien.
Por último en lo referente a entrantes y como plato estrella para varios de los
comensales, unas extraordinarias ancas de rana. Con una excelente salsa, un
puntito de picante, con ese sabor tan neutro pero a la vez fino y delicado.
Estaban geniales y hay que felicitarlos por ello.
Como fin de fiesta el famoso, auténtico, genuino,
inimitable chuletón de buey. Sí señores, de buey auténtico, nada de vaca vieja,
nada de sucedáneos ni imitaciones, el “buey de El Capricho”.
Nos dejamos aconsejar y así pudimos degustar dos tipos de
chuleta. En primer luga,r la Premium, de la que nos sirvieron 2.15 kg y sobre la
que poco hay que decir. Solamente a los amantes de la carne roja, que empecéis
a organizar una excursión a este paraje de la provincia de León donde creo que
nadie puede salir defraudado.
Luego, y al revés que el vino en las bodas de Caná, nos
sirvieron la otra chuleta. 1.4 kg de chuleta de buey.
También estaba delicioso, quizá no tan melosa como la Premium
pero sí con la misma intensidad de sabor. En ambos casos el punto de la carne
era el idóneo.
La diferencia está en el tiempo de maduración, nos
comenta la propiedad que en el caso del Premium es de 3 meses en cámara. Hay
muchas discrepancias en esto del tiempo de la maduración, pero demos por bueno
y certera la fuente, que no es otra que el dueño. Este tiempo de maduración se
decide en función de unos parámetros como son la edad, el carácter, trabajo,
grasa y raza y en función de todo esto se determina la cámara que necesita el
animal. Animales que en algunos casos llegan a pesar 1600 kg en vivo.
Para la realización utilizan brasas de carbón de encina y
utilizan una parrilla que dispone de dos alturas. La primera para lo que
denominan el templado, la segunda para el asado. Cuando finaliza el asado y está
en su perfecto punto se procede al salado.
Todo fue regado con un magnum de Mauro.
En el apartado de postres tampoco se queda a la zaga en
lo referente a la variedad y calidad. En nuestro caso degustamos un helado de azafrán, coulis de melocotón y espuma de yougurt.
Flan de huevo, de los de antes, casero y
poco cuajado, delicioso.
Torta de buey, helado de galleta con agar de café y
espuma de chocolate blanco.
Cuando los ves, tan mansos pero tan inmensamente
grandes, te das cuenta del porqué tenemos que conseguir poner el apellido
correcto a lo que comemos y porqué entre todos tenemos que acabar con el engaño
de la vaca vieja, que está muy bien y es en ocasiones dignísima, pero nada que
ver con el majestuoso buey Y cuando vayamos a esos asadores tan afamados donde
en sus cartas pongan sin ningún tipo de rubor ni vergüenza “chuletón de buey”
nos digan la verdad y por lo tanto “al buey lo que es del buey “.
EL CAPRICHO Paraje de la Vega s/n · 24767 Jiménez de Jamuz, León . Telf 987664224
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