MOLINO DE PALACIOS
Mucho que escribir sobre un fantástico fin de semana en
la vallisoletana población de Peñafiel. Una jornada que se inició con la visita a la magnífica factoría que Santiveri posee en esta preciosa población. Sorprendidos de lo visto, sólo nos quedaba dejarnos sorprender más, y de eso se encargaba nuestro "guía y magnifico anfitrión" Jorge Torres.
Nuestra primera parada fue en el Molino de Palacios, un
auténtico y genuino asador castellano del que Jorge nos había hablado maravillas
y, la verdad, de manera acertada.
De primero nos sirvieron una magnífica cecina, con un
chorrito de aceite de oliva virgen extra. Estaba deliciosa, fina pero sabrosa,
fuera de cámara como debe ser y servida a esa temperatura a la que se tiene que
servir el buen embutido.
Revuelto de bonetes, setas de la zona, bien presentado y
confeccionado; otro gran acierto. Los bonetes estaban también acompañados por
unos estupendos espárragos trigueros.
Alcachofas confitadas y servidas con una yema de huevo.
Ricas, últimas de la temporada y por lo tanto, apreciadas en su valía.
También compartimos unos tomates ecológicos servidos con
su cebolla, un buen aceite y sal Maldon. Nada más, porque si la materia prima es
la que es, no hace falta nada más.
Y llegó el leit motiv de la visita. El lechazo, ese famoso lechazo que ha hecho famosa a esta
tierra, ese lechazo que cuando está bien asado y el animal es el que tiene que
ser en su edad y crianza, no hay nada que se pueda igualar.
Y doy fe, y lo digo con plena y absoluta sinceridad, que
es de los mejores lechazos que he tomado y por mi condición de amante de esta
región, por la familiaridad que tengo con ella y porque los orígenes de mi
familia están aquí, que sé de lo que estoy hablando. Y es que el lechazo nos es
más que eso, primero la materia prima y luego la técnica del asado.
Tierno, jugoso, meloso, sabroso, no me caben más adjetivos
y es que aquí saben asar y tienen proveedores de confianza. Felicidades por
hacerlo tan bien y gracias por hacernos disfrutar.
El lechazo, del que nos comimos tres cuartos, venía acompañado de su
ensalada con cebolla morada y patatas fritas... ¡pero de las buenas!
Para pasar todo esto y estando en el santuario del vino, degustamos
un Carmelo Rodero que, como siempre, no defraudó a nadie; y probamos otro vino de
la zona que en este caso no lo conocíamos, un Ebano crianza, que suscitó
división de opiniones.
Postres varios, caseros todos; en mi caso, un magíifico
hojaldre de nata con chocolate caliente.
Un sitio de visita obligada si se está por esta zona
porque no sólo se come bien, además dispone de un restaurante que fue un
antiguo molino, pasa el agua por sus bajos, y dispone de una preciosa terraza
donde poder tomarse una copa junto al río.
Una remanso de paz para
desconectar.
MOLINO DE PALACIOS Av. Constitución,16 ·47300 PEÑAFIEL. VALLADOLID · Tel. 646 203 770
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