SUQUET DE L 'ALMIRALL
Existía un término
antes usado con frecuencia para definir lo que nos pasó en el Suquet de l’Almirall.
Con mayúscula, para que lo vea todo el que pueda y quiera: “VERGUENZA TORERA”, o
lo que en el símil taurino significa tener la suficiente dignidad para
enfrentarse a un toro y no hacer el indio, el ridículo o el panoli.
Hubo en tiempos
un torero que no tuvo los arrestos necesarios para matar el toro y allí mismo,
en la plaza, delante de los aficionado,s le pidió a un miembro de su cuadrilla
que le cortase la coleta.
Lo mismo hay que
tener para ponerse delante de unos fogones y hacer una paella, exactamente lo
mismo. Dignidad, reputación y honradez; mínimos imprescindibles para tener un
local y que se te llene la boca pensando que eres uno de los referentes.
Ya es hora de
habar claro y desenmascarar a los listillos que se piensan que tener un
restaurante es vivir del pasado, que al tener un restaurante en la Barceloneta
todo vale, que tener un restaurante en la zona de más densidad de turista por
metro cuadro es patente de corso.
No seré yo el que
me oponga al turismo, ¡dios me libre!; no soporto a estos modernos que ahora
quieren cargarse la más importante industria del país, pero en ocasiones, ante
algunos de estos sabios que piensan “aquí ya vale todo” los turistas han sido, sin querer, los causantes de que en lugares que habían sido de referencia, actualmente se
hayan convertido en auténticos vividores del sector, y por supuesto lo pagamos
los de aquí.
Un simulacro de
paella como las que nos sirvieron en este local, del que no volveré ni a
mencionar su nombre, no es digna ni del más cutre chiringuito de nuestra costa.
El nombre se las trae y el precio de vergüenza. PAELLA DO LA BARCELONETA 28 €.
Como diría un
amigo, a cascarla.
Antes del
simulacro de arroz:
Buñuelos de
bacalao y espinaca. 9.50 €
Calamares a la
Romana con mayonesa de romesco. 17 €
Y de postre, flan.
La ya mencionada
paella, evidentemente se quedó en el plato. Como siempre vino la pobre
empleada de turno y nos comentó, “¿que no les ha gustado?”
Mire usted, no,
para que algo guste tiene que tener sabor. Este simulacro de arroz estaba
elaborado con agua, con agua del grifo, con agua del grifo de la Barceloneta.
Insulsa, sosa, insípida.
No tengo ganas de
seguir... patético.
Eso sí, afortunadamente nos tomamos un Pétalos del Bierzo, extraordinario Mencía, aunque
también hay que decir que nada tiene que ver con el de las primeras añadas.
Aquello fue sublime.
Perdonen el
desahogo, pero qué a gusto me he quedado.
Me permitirán que
por primera vez en toda la historia del blog (7 años) no ponga ni la dirección
ni el teléfono, así no sabrán donde les pueden sacar su dinero por nada.
Comentarios
Por supuesto, yo no pienso volver y no pienso recomendar a nadie este restaurante.
Hoy quizás el mejor arroz de la Barceloneta se come en La Mar Salada, muy cerca del Suquet.
Un saludo
Un saludo
Probaré, la mar salada, por supuesto que sí. Otra vez gracias.
Un saludo y gracias
Un día estaba en el nuevo Carmelitas de Pellicer, recién inaugurado, fui para escribir sobre él. En una mesa cercana solo hacían que abrir botellas de vino y charlar con el que parecía socio capitalista.
Posteriormente se unió a la fiesta el propio Pellicer y cuando vi que solo hacían que sacar platos y platos y ellos hacer fotos y fotos con sus móviles, es cuando deduje que tenían el mismo hobby que yo.
La diferencia, mi comida fue un desastre, así como el trato recibido y en el blog de ambos fue un 10.
Gracias por tu comentario Sergi y un saludo