BACARO II

Hace mucho tiempo, en los inicios del blog, descubrí este pequeño restaurante italiano, que empezó como una pequeña taberna veneciana y ha terminado convirtiéndose en un templo de obligada visita para los amantes de la buena cocina. Y punto, porque lo fácil hubiera sido decir de la buena cocina italiana pero Bacaro, en su evolución, va mucho más allá y, en mi humilde opinión, cuando la cocina es alta cocina, no hace falta ponerle nacionalidad.


En esta ocasión, y con mi amigo Carlos de Moy, nos han sorprendido con un menú gastronómico que quiero pasar a detallar.

Las tradicionales e imprescindibles Sardinas al Saor. Cien veces abré pisado este local y cien veces he pedido este plato y, de verdad, solo por él vale la pena bajar a Ciutat Vella.


Unos calamares de playa con verduras. Plato fresco, ligero, en perfecta cocción y sobre todo bonito, de verdad un espectáculo de colores, y en ocasiones se come por la vista.



El plato estrella del día, un Sándwich de salmonetes con col, pecorino, alcachofa y espárrago triguero. No hay palabras para describir este plato, es una joya, una de esas obras de arte que quedarán en mi memoria para siempre, un trabajo de delicadeza y pasión, de saber trabajar los productos y de transportar, al que tiene la suerte de degustarlo, al placer máximo en la mesa.


Pasamos a la pasta, unos delicados Raviolis de Gambas, pasta elaborada en la propia casa, fresca y en su punto perfecto. La gamba y todo lo que rodea al plato está comprado en La Boquería, el mismo día. Es lo que tiene tener el mercado a 10 metros.


Rape con costra de pistacho sobre una cama de patata. Pues me voy a repetir, pero estaba perfecto. Rape fresco, bien tratado, color blanco clarito, un toque crujiente del pistacho encima y la confirmación de todo un manjar cuando lo llevas a la boca. El pescado es delicado, todos lo sabemos, y el bueno de Marco le saca todo el partido.


Por último, una Tagliata de ternera. Muy buena, utilizando, como debe ser, la parte noble de la ternera y acompañada, como marcan los cánones, con sus hojas de rúcula y parmesano. Muy buena.


De postre, una trilogía compuesta por una crema pastelera con frutos rojos, su ya célebre famoso y difícilmente mejorable Tiramisú y un bombón de chocolate con helado de avellana. Todo delicioso.


Para beber, un Xarel·lo nº 3 de Bodegas de Moy Riviere, un gran vino para una excelente mesa. Alfredo te guía con maestría por los vinos, él es el responsable de elegir las etiquetas y está finalizando lo que será la carta definitiva de vinos. Vale la pena dejarse guiar por él. 
Por cierto, antes del vino tomad una caña de las que sirve Alfredo, a más de uno podría darle lecciones de algo que la mayoría se toma como una rutina y de lo que realmente se trata es de pura técnica.


Un gran almuerzo en buena compañía y entre amigos. Los amigos de Bacaro, Alfredo, Pablo, Mauri y con la mención especial para el artífice de todo lo relatado, Don Marco Filipponi.

Bacaro es un gran antidepresivo, solo entrar por la puerta tienes la sonrisa en la boca de todos sus componentes, siempre alegres y siempre tratando de hacer feliz a todos y cada uno de los clientes que entren. Da igual que seas habitual como si es la primera vez, lo que sí es cierto es que nunca es la única vez, siempre hay una segunda, porque lo difícil es no volver.

Están donde están por empeño, tesón, ganas, dedicación y por hacer las cosas bien y, desde la incorporación de Marco, creo que han tocado el cielo. Dicen que lo difícil no es llegar, sino mantenerse, y ellos se mantienen y por muchos años.

He tenido la ocasión de hablar un poco con Marco, cocinero y apasionado de la cocina. Procedente de Le Marche, la región del centro-este de Italia, donde están en plena armonía paisajes de playa y montaña, y cuna de una extraordinaria gastronomía que, por lo que me cuenta Marco, él “mamó” de su abuela a la que quizá le deba la devoción por este santo oficio.

Le gusta la cocina clásica italiana, de máximo nivel y sobre todo de extraordinario producto y con una máxima: “nunca renunciar al origen”. Cocina sin ningún artificio y ya se ha convertido, por méritos propios, en un punto de referencia en nuestra ciudad.

Un personaje entrañable que encuentra en amasar la pasta su máximo momento de relax. Estudió en Hoffman y defiende a ultranza la base de la cocina francesa. Ha trabajado con estrellas Michelin y fue el primer chef del Xemey. Hoy, afortunadamente, está al frente de la cocina de Bacaro. 

Gracias Marco, y gracias a todos y cada uno de los integrantes de este RESTAURANTE por hacernos felices, y estar siempre con la sonrisa en la boca. El trato no tiene precio.

Precio medio: 45 €.

BACARO          C/Jerusalén  6 · 08001 Barcelona  · Tel. 931156679

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